A
medida que avanza el otoño, se acerca una de mis más temidas pesadillas: el
cambio de armario. Esa actividad que repetidamente pone de manifiesto mi
diógenes textil y de la que intento huir despavorida estirando la goma hasta
que se convierta en una necesidad.
Por supuesto esta nula previsión es sinónimo de que me parece una de las tareas más coñazo que existen. Por supuesto la secuencia de la no previsión es alimentar lo que asumo como parte inherente de mi yo: no cambio armario ergo creo que no tengo prendas para afrontar el otoño ergo compro. Aquí si soy previsora y planificadora. Viva la alevosía.
contemplando el armario
Por supuesto esta nula previsión es sinónimo de que me parece una de las tareas más coñazo que existen. Por supuesto la secuencia de la no previsión es alimentar lo que asumo como parte inherente de mi yo: no cambio armario ergo creo que no tengo prendas para afrontar el otoño ergo compro. Aquí si soy previsora y planificadora. Viva la alevosía.
Este
otoño no puede haber mejor alevosía que la de Isabel Marant para H&M.
Aunque falta casi un mes (14 de noviembre is
the day), no puedo evitar quererlo todo. Mucho bohemismo parisino, mucha Marant, prêt-à-marant. El cambio de
armario puede seguir esperando…
Chaqueta Marant. Acierto en forma y fondo
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