Me
he pasado las últimas semanas hablando mucho. Me gusta hablar, más si es con
gente a la que quieres, creo que no hay actividad más constructiva que esta. No
hablo solo de las conversaciones post verano, que también, pero del gran
paliqueo, del que nacen ideas, emociones y proyectos. Mis últimas charlas han
sido enriquecedoras. Muchas han girado sobre una mesa con copa (añadan plural)
por lo que no puedo no dedicar un pequeño espacio-homenaje al palique con vino.
Versión blanco, que para el tinto hay tiempo. A los que se dan por aludidos:
gracias.
EL
rosado Azpilicueta. Infalible y para mí ya un clásico muy especial. Es un vino
fácil, ligero, fino y con un tono precioso. Ha marcado mi relación con los
rosados y también mi relación con una de mis bodegas favoritas: Pernod Ricard. Una
suerte de vinos y de gente. Me siento especialmente unida a este rosadito fugaz
– se bebe fácil y sobre todo rápido- siempre está ahí encantador y contagioso,
habiendo patrocinado varios grandes momentos. Uno de mis vinos favoritos y por
ende de los que lo han probado conmigo. Enamora.
Habla
de ti. Lo relativamente nuevo de las Bodegas Habla, una bodega extremeña de la
que me declaro fan por sus tintos habladores y por un melange de sabor y
packaging perfectos. Calidez bien empaquetada, nada sobra, nada falta. Del
blanco me gusta todo desde la botella con un tapón de cristal hasta el nombre.
No puede faltar a una sesión del palique, lo ha demostrado en mi parte gaditana
de las vacaciones. Gran punto a favor: es un sauvignon blanc enterito.
Aromático. Rico y fresco. Magnífico y adictivo.
Aura.
Un Rueda espléndido. Un verdejito rico donde los haya. A pesar de cierta
saturación que siento de verdejo – acidez que me resulta pesada-, es un vino sorprendentemente
afrutado y elegante. Excelente en versión limitada de parcela Avutarda, con un
proceso de recogida manual y fermentado en barrica. El resultado: un dorado
casi ambar apetecible y poca acidez. Perfecto para volver a enamorarse del
verdejito.
Perrier
Jouet. Esto lo elevo a la categoría de capricho, tiene un precio más elevado
que los anteriores, pero es – con diferencia- uno de los mejores champanes que
he probado jamás. La burbuja champanera es traviesa pero elegante, simplemente
mola. Ciertamente seco, como un buen brut, pero con carácter y encanto. Menos trillado
que las marcas clasi-pijas y para mi más delicado. Femenino, he de añadir,
quizás porque lo he tomado siempre entre mujeres. Nivel de palique: 10/10, que
la burbuja sube.
Clos
de Mouches. Subo el nivel de capricho. Normalmente no pruebo muchos blancos
franceses, por lo que carezco de referencias, pero lo único que puedo decir de
este vino es que tiene una complejidad divina. Posiblemente el más difícil de
encontrar en España, es un chardonnay con mucha estructura y alma. Nivel de
palique: canalla con confianza. Me encantaría volver a probar este vino.
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