Hay
una cosa sagrada los domingos- día que como la inmensa mayoría aborrezco- el
vermuteo. Santa costumbre española que si viene con grifeo y aceituna de por
medio, mejor que mejor. Madrid es una ciudad rica y generosa a la hora del
vermut y desde hace pocos días tiene un pequeño templo más en la Platea, ese
espacio que creía que nunca se iba a inaugurar pero que por fin cumpliendo con
las expectativas veraniegas ha abierto.
De
Platea de momento poco puedo decir porque fui derecha al vermuteo que tiene una
de sus varias barras, la cabra tira al monte y a mí me gusta el vermuteo como
pocas cosas más en la vida. De hecho ‘La hora del vermut’ – que es como se
llama la barra en cuestión- es de las innovaciones que he visto en el concepto
de los mercados que empiezan a inundar Madrid (y que siga así que poco a poco Madrid
acuña su particular streetfood) que más me gustan.
versión clásica versus versión tuneada con melocotón y canela
Lo
primero por su verticalidad: dedicación plena al vermut y una rica carta que va
desde el vermut del grifo, vermut reserva, vermut con angostura, vermut
Izaguirre, vermut de Reus además de moderneces tan curiosas como la sangría con
cava. Lo segundo porque ubicar una barra de vermut en un espacio gastronómico
moderno le posiciona en el mapa cool y le devuelve su brío merecido, además
acompañado de chiqui tapas muy vermutianas que reversionan la aceituna aka la
media naranja de cualquier vermut que se precie.
‘La
hora del vermut’ tiene su primera sucursal en el Mercado de San Miguel, pero
con tanto turista de por medio nunca había llegado a vislumbrarlo. El de Platea
me ha gustado y me ha recordado lo mucho que me gusta el vermuteo. Ya que en
breve voy a poder retomar el blog en condiciones, queda pendiente una segunda
entrega líquida dedicada al vermuteo, la del Madrid castizo, que hay mucha joya
para vermutear por la ciudad.