Cuando
era pequeña todo 1 de junio era un día feliz. En algunas partes, incluido mi
home sweet home, es el día del niño. Evidentemente no en España, es lo que pasa
con los días universales que hacen poco o ningún alarde del adjetivo atribuido
y son más locales que otra cosa con el correspondiente lío.
En
todo caso, hoy me toca recortar y recordar y no se me ocurre mejor forma de
hacerlo que con un scrapbooking. Es lo que tiene juntar 1 de junio con una
fugaz visita a Tiger, ese maravilloso saca-cuartos y feria de las vanidades donde
no encuentras a por lo que ibas y sales con un montón de genialidades inútiles.
Visitas fugaces pero felices a Tiger, el templo de las vanidades
Hace
algunos años el scrapbooking era como hoy el running. Talleres, cursos y casi
universidades. Abundancia del término propia de cuando algo se pone de moda. Al
margen de tendencia o no tendencia, el scrapbooking me encanta. Es como el arte
de pequeños placeres. Una terapia de recordar recortando. Sin móvil de por medio, a solas con el papel, manos y un poco de uno mismo. No se me ocurre mejor
forma de inaugurar este junio que con un scrapbooking: unas tijeras, un cuaderno
y mil recortes por hacer.
The art of life is little
pleasures. Feliz junio.
Foto de Flickr
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